
Hacer dieta y bajar de peso suele ser una proposición que muchos no logran, y la razón tiene que ver tanto con la nutrición como la psicología.
En conversación con Maca Hansen y Kevin Felgueras, en Safari Rock & Pop, la nutricionista Florencia Araya, especialista en psiconutrición con perspectiva de género, abordó una de las grandes frustraciones que viven muchas personas: ¿por qué, a pesar del esfuerzo, las dietas no funcionan?
Según Araya, el problema no está en la fuerza de voluntad ni en la falta de compromiso, sino en algo mucho más profundo: la desconexión entre la alimentación, las emociones y el contexto social.
“Yo creo que el gran problema hoy de la nutrición a nivel mundial es que perdió el contexto. Perdió la sociabilización, perdió la humanidad, perdió las celebraciones… el dieciocho de septiembre, por ejemplo”, explicó. “Si no tenemos contexto, es imposible hacer una terapia real”.
Florencia plantea que muchas veces las dietas parecen ideales en el papel, pero ignoran factores esenciales de la vida cotidiana: las estaciones del año, las festividades, el estrés y la historia personal de cada cuerpo. El resultado es una pauta estricta que no se adapta a la realidad de las personas.
“Puedo tener una dieta perfecta pegada en el refrigerador que uno no ve nunca más. Y que finalmente es súper estricta y uno dice, ya, dieta perfecta, pero estamos en diciembre. Y ¿Qué hago en diciembre? Porque tenemos. Navidad, fiesta de empresas, año nuevo..."
Este enfoque rígido, señala, genera frustración, culpa y desconexión emocional, especialmente cuando no se consideran las emociones o experiencias previas relacionadas con la comida.
Qué dice la psiconutrición sobre fallar en la dieta
Desde la psiconutrición, Araya propone una mirada más integral de la alimentación, que incorpora factores como las emociones, las creencias, el estrés, los traumas y, sobre todo, la historia del cuerpo.
“La historia del cuerpo, como todo lo que te dijeron desde niña, lo que te validaron… eso nos influye. Todo lo que te han dicho impacta en cómo comes y cómo te sientes con tu cuerpo”.
También destaca la importancia de la imagen corporal, un aspecto que suele estar ausente en muchas consultas nutricionales, pero que es clave en los procesos de bienestar emocional.
“La gente le tiene miedo a la nutricionista. Yo no siempre digo que soy nutricionista”, reconoce.

Florencia advierte sobre un patrón que se repite con frecuencia en quienes intentan mantener dietas estrictas: la cultura de la restricción puede provocar atracones y una sensación constante de culpa.
“No almorcé en todo el día, vas a a salir de acá y es muy probable que dé un atracón, que es como este comer compulsivo. No es solamente comer mucho el atracón, es como esto compulsivo. Y en general tiene esta culpa y esta pérdida de control, de gestión alimentaria. Entonces, ahí llega la culpa. Entonces, restricción, atracón culpa, restricción, atracón culpa, y no salimos de ahí nunca".
Incluso cuando el peso se mantiene, la salud mental puede deteriorarse bajo esta lógica de control absoluto.
“¿Qué pasó con la salud mental?”, se pregunta. “La nutrición se quedó pegada en la salud física, pero también existe la salud mental y la salud social”.
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