La escritora chilena Isabel Allende acaba de lanzar su nueva novela "Mi nombre es Emilia del Valle".
En conversación en exclusiva con Prisa Media Chile y las periodistas Andrea Moletto de Radio Futuro junto a Rocío Montes de El País, la autora habló sobre cómo el paso del tiempo ha transformado su vida, tanto en la escritura como en la cotidianidad, y compartió reflexiones sobre temas que la han marcado desde su infancia.
Las reflexiones de Isabel Allende
Respecto a los constantes viajes que realiza a sus 83 años, la escritora señaló: "Me cuesta viajar porque una cosa que pasa con la vejez es que el tiempo se achica, se acorta en todo sentido. Yo antes podía hacer varias cosas simultáneamente. Ahora si no pongo atención, y hago más de una, seguro se me va a quemar el arroz mientras estoy haciendo otra cosa", comentó.
Ese mismo efecto lo ha notado en su oficio literario. "En la escritura me demoro mucho más. Antes en meses ya tenía armada la novela. Ahora no, me cuesta", reconoció. Y aunque sigue publicando con constancia, confiesa que trasladarse ya no es algo que le atraiga. "Viajar me cuesta, me cuesta dejar a Roger (Cukras, su pareja), para empezar y la perra. Pero me cuesta viajar, movilizarme y no me gusta estar en hoteles. Estoy tan metida en mi casa", explicó.
Allende también recordó su infancia en la casa de su abuelo, donde experimentó por primera vez el problema del clasismo, que refleja también en su libro. "Vivíamos en la casa de mi abuelo donde había una línea invisible que dividía la parte en que estaba la familia y se recibían las visitas y los patios de atrás. Para atrás era como otro planeta. Esa división, esa injusticia social a mí me ha afectado toda la vida y me molesta muchísimo. Y la veo en una especie de pituquería que todavía existe en el arribismo, en el mostrar la plata", señaló.
En su mirada actual, la autora también valoró la fortaleza y resiliencia de las mujeres chilenas. "Yo en general las mujeres que conozco son recias, aguantan mucho. Y son fuertes. Fuerte y muy generosas. Generosas con los hijos, generosas con las amigas, se dan entera. Hay una especie de como que ser femenino es ser abnegada. Que no nos conviene para nada, la palabra abnegada hay que tener cuidado con eso".
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