El debate sobre la reubicación del monumento a Manuel Baquedano ha vuelto a encenderse tras la reciente aprobación del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) para el traslado del plinto con fines de restauración. Sin embargo, la discusión va más allá del destino de la escultura del general: ¿qué sentido tiene hoy la monumentalidad en nuestras ciudades?
Para Dino Bozzi, arquitecto, especialista en intervención en la ciudad histórica y académico de la Universidad Católica, el foco de la conversación debería estar en cómo Chile recuerda su historia y no solo en el personaje representado en bronce. En conversación con Safari Rock & Pop, Bozzi señala que antes de decidir si la estatua vuelve o no a Plaza Baquedano, hay que preguntarse cuál es la manera correcta de construir memoria en el espacio público.
"Yo creo que hay que dar como cinco pasos para atrás", señala. "El monumento a Baquedano es una cuestión relevante, una discusión que nos interesa como santiaguinos y, a esta altura, a cualquier chilena o chileno. Pero la pregunta es anterior: ¿cuál es el sentido real hoy de esta monumentalidad que instalamos hace cien años?".
La historia detrás de la Estatua de Baquedano
Bozzi recuerda que la figura de Manuel Baquedano tiene aspectos históricos complejos: "Es un personaje con cuestiones súper relevantes, algunas positivas, otras no. Fue fundamental en la Guerra del Pacífico, y gracias a esa guerra, Chile obtuvo el territorio donde hoy se explota el cobre. Pero también estuvo involucrado en la ocupación de La Araucanía, lo que es mucho más debatible".
En ese sentido, plantea que la discusión no debería centrarse en si Baquedano es digno de un monumento, sino en qué tipo de arte permite recordar y representar mejor los procesos históricos. "Si reducimos el problema a evaluar al personaje, nos estamos perdiendo la discusión de fondo", explica.
La memoria en la ciudad: ¿Esculturas o nuevas formas de arte?
El académico pone sobre la mesa un tema aún más amplio: la escasa diversidad en los monumentos públicos en Chile. "Hoy el 4,7% de los monumentos públicos están dedicados a mujeres, y de esos, la mitad son a Gabriela Mistral", menciona. "Ni siquiera son estatuas de mujeres reales, muchas representan conceptos abstractos como la libertad o la justicia".
En ese sentido, Bozzi invita a pensar si el país debe seguir anclado a la idea de erigir estatuas o si es momento de abrirse a nuevas expresiones artísticas, como el arte contemporáneo o intervenciones urbanas que permitan múltiples lecturas.

"En la otra punta del eje cívico, en Plaza Diego de Almagro, hay un monumento a Pedro Aguirre Cerda hecho por Lorenzo Ver" ejemplifica. Este monumento rrompe con la idea clásica de una estatua. "Eran siete grandes rocas representando los ejes de su gobierno, sobre una laguna que ya no existe, e iba a tener una llama de cobre al medio. Es un antecedente del land art, que interviene el terreno en gran escala y que ya no es una escultura nomás", explica Bozzi.
¿Cómo recordar el estallido social?
Otro punto clave es que Plaza Baquedano hoy tiene un nuevo significado. Tras el estallido social de 2019, la zona se transformó en un símbolo de las demandas sociales y, por lo mismo, la estatua de Baquedano adquirió un valor distinto.
"El monumento es hoy muchísimo más importante que antes del estallido porque representa otras cosas", comenta Bozzi. "Entonces, ¿cómo tiene que ser ese espacio si se decide traer de vuelta la estatua? ¿Vamos a recordar lo que pasó o nos vamos a tapar los ojos y decir que aquí no hubo estallido social?".
La restauración del plinto tomará al menos ocho meses, y una posible reubicación del monumento todavía no está definida. Mientras tanto, la discusión sigue abierta: ¿Debe volver Baquedano? ¿O es momento de repensar la forma en que Chile construye memoria en sus ciudades?
Revive la entrevista acá.
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