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Yo La Tengo en el Ciclo #VirginConverseSuena

Revisa cómo estuvo el show del sábado recién pasado, acá.

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Por Javiera Ballacey

Fotos Por Juan Pablo Quiroz

Un tránsito entre la delicadeza y el desborde. Con esas palabras definiría la última entrega en vivo de la banda norteamericana Yo La Tengo,  el pasado 7 de junio en La Cúpula del Parque O’Higgins. Cientos de fanáticos repletaron el recinto a la espera de lo que este trío sabe hacer mejor: combinar cuidadas melodías con un enérgico noise, capaz de agarrarte el corazón y hacerlo transitar por diferentes y limítrofes estados de emoción.

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 A eso de las 21:30 horas, y tras una impecable la apertura de la banda nacional Congelador, Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew entran a escena y abren los fuegos con la dulce Stupid Things, a la que le siguió el primer acercamiento al acople de guitarras en las manos de We’re an American Band y de la intensa Super Kiwi.

De ahí en adelante, el viaje nos llevó por caminos diversos: desde un set acústico, iniciado con Cornelia and Jane por parte de Hubley, hasta una casi interminable versión, de casi 20 minutos, de Pass the hatchet, I think I’m goodkind, en la que vimos a Kaplan ensañarse con su guitarra eléctrica y sacarle acoples y chirridos, mientras cada milímetro de su cuerpo se entregaba a la canción con espasmos casi convulsivos.

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El set contó, como era de esperarse, con covers de bandas como The Greatful Dead y George Harrison, a los que se sumó una lúdica interpretación del tema Nuclear War, de la banda Sun Ra, y de Emulsified, de Rex Garvin.

Fueron cerca de 2 horas en que un público, fanático y en éxtasis, siguió cada uno de los movimientos y vibraciones de Yo La Tengo. Con respeto y devoción, los cientos de personas que repletaron La Cúpula se entregaron a un recorrido que, si bien a ratos pudo volverse algo monótono y majadero, ha sido uno de sus recursos más efectivos de esta banda, pues con ritmos constantes y melodías simples han logrado siempre producir una especie de trance emocional en lo más profundo del corazón. ¿Acaso no se trata de eso la música?


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