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Reseña: Marina and the Diamonds - Electra Heart

Parece que a Sandra, nuestra columnista, no le gusto mucho el último disco de Marina and the Diamonds. Mientras la pegajosa Primadonna sigue rotando en miR&P, cuéntanos  ¿qué opinas tú? La maldición del segundo disco Por Sandra Gutiérrez. Marina Lambrinis tomó su segundo turno al bate con Electra Heart, un disco monótono que suena a un mal

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Parece que a Sandra, nuestra columnista, no le gusto mucho el último disco de Marina and the Diamonds. Mientras la pegajosa Primadonna sigue rotando en miR&P, cuéntanos  ¿qué opinas tú?

La maldición del segundo disco

Por Sandra Gutiérrez.

Marina Lambrinis tomó su segundo turno al bate con Electra Heart, un disco monótono que suena a un mal reciclaje de los sintetizadores de Katy Perry.

La historia siempre ha sido la misma y ya es un clásico pre-armado del mundo de la música. De la nada sale un artista que con un disco producido a punta de favores y amigos, deja a todo el mundo con la boca abierta, ya sea por su frescura o netamente por su honestidad. Pero cuando las canciones de este disco artesanal se vuelven clásicos y el artista en cuestión ya ha abierto shows para los pesos pesados de la industria, los sellos multinacionales hacen lo mejor que saben hacer: apostar por el artista de la mano de un jugoso contrato.

El gran problema es que las presiones de una enorme disquera y el público, hacen que la pregunta “¿Y ahora qué hago?” sea muchas veces el peor verdugo de estos jóvenes talentos. A la larga lista de artistas que han caído en lo mismo, ahora se le suma indiscutidamente el de Marina and the Diamonds, quien a pesar de tener una considerable fuerza de producción y a los compositores de Katy Perry fabricando sus temas, falló indudablemente con el lanzamiento de Electra Heart (2012).

Previo al lanzamiento de este segundo intento, la galesa de origen griego adelantó el material de Electra Heart catalogándolo como algo totalmente opuesto a lo hecho en The Family Jewels (2010), y anunciando que este nuevo giro iba acompañado con una propuesta estética totalmente distinta. Para desgracia de Lambrinis, debido a un pequeño problema de timing, su nuevo look sólo se ve como una versión desteñida del California-wasteland de Lana del Rey –efecto que se debe no porque sea peor, sino porque simplemente, del Rey se le adelantó.

Y sin nueva estética, ¿qué queda? La música, la que, nuevamente para la desgracia de Marina, no es ni sorprendente ni original. A pesar de contar con compositores que han trabajado para los Black Eyed Peas, Rihanna, Katy Perry y Britney Spears, la frescura que han exhibido estos artistas en algún momento dado no pudo ser traspasada a Electra Heart, convirtiéndolo en un puñado de canciones que  suenan exactamente igual una a la otra –incluyendo el single “Primadonna”–, todas con un sintetizador que se escucha como una pista repetida durante toda la duración del disco.

Curiosamente, las únicas brisas de aire fresco y, por ende, lo mejorcito de Electra Heart, son aquellos temas cuya composición no tuvo nada que ver con Dr. Luke – responsable de “Teenage Dream” de Katy Perry y “Tik Tok” de Ke$ha– ni con Cirkut –“Blow” de Ke$ha y “Domino” de Jessie J–. Las mejores canciones del disco, ya sea porque son distintas o netamente buenas, son “Teen Idle” y “The State of Dreaming”, temas que dan un respiro a la fachada de pop sobre-producido, el cual no tiene nada de malo en sí mismo, pero que cansa a cualquiera al escucharlo durante cuatro pistas seguidas.

A pesar de que el veredicto sobre Electra Heart sea negativo al final de todo análisis, no hay que confundirse. Marina Lambrinis es una voz interesante y, sobre todo, una artista que ha demostrado ampliamente su falta de temor al experimentar. Es este último factor el que puede resultar clave en la redención de la cantante, quien tendrá ahora como principal reto sobrevivir al difícil escenario que se le presenta con esta segunda publicación.


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