Los fanáticos de la serie ya pudieron disfrutar de la primera parte de la temporada 4, la cual causó gran impacto por su tono aún más tenebroso y oscuro que en los anteriores ciclos. Sin embargo, no muchos saben que estos nuevos capítulos de Stranger Things se basaron en una trágica historia real en la década de 1990.
Eddie Munson, el nuevo personaje de la serie
Resulta que existe un fragmento de estos episodios que está basado en un crimen real. Y en la serie, el actor Joseph Quinn encarna a Eddie Munson. Fanático de la música metal a quien se le conoce como maestro de mazmorras y líder del Club del Fuego Infernal.
Y justamente, es este personaje quien tiene posee un trasfondo real de un caso que sigue estremeciendo a Estados Unidos.
https://www.youtube.com/watch?v=m7ccdln9MOI
En la temporada 4 de Stranger Things, a Eddie Munson lo tildan como el bicho raro. Aunque decide hacerse amigo de la animadora Chrissy Cunningham cuando busca drogas.
Sin embargo, esta es secuestrada por Vecna y la asesina en la caravana de Eddie, por lo que termina siendo el único sospechoso de su muerte. Es así como lo acusan de su desaparición y también por ser el líder de un culto satánico.
La historia real que inspiró al personaje de Eddie Munson de la temporada 4 de Stranger Things
Y es que su personaje recuerda al metalero Damien Elchols, quien a finales de la década de 1980 y principios de 1980, junto a dos amigos, los condenaron por asesinar a tres niños de 8 años.
El 5 de mayo de 1993, se reportaron a estos tres menores de edad como desaparecidos en West Memphis. Y un día después aparecieron asesinados en un bosque cercano a donde se les vio por última vez.
Los cuerpos de los niños estaban atados y los arrojaron a un arroyo. A Damien Echols, quien en ese entonces tenía 18 años, lo acusaron ya que vivía cerca del lugar, tenía antecedentes de robo y hurto y un historial médico que manifestaba problemas de salud mental.
Tales características llevaron a Echols a convertirse en el principal sospechoso, condenándolo a muerte. También a dos amigos suyos, Jason Baldwin de 17 años, y Jessie Misskelley de la misma edad, los detuvieron tras un testimonio que los ubicaba también en el lugar de los hechos. Condenando a estos dos a cadena perpetua.
