Mon Laferte y Marianh Torrijo se encuentran en una historia que nace en San Pedro de Atacama y florece en Ruidosa Fest 2025. Con 18 años, Marianh venía puliendo su voz a diario, armando repertorios breves y afinando una presencia escénica que combina raíz y presente. Llegó al festival con el anhelo de cruzar camino con su referente y con la convicción de que el trabajo constante abre puertas. Ese día, el escenario confirmó lo que ya intuía: su historia tenía algo que decir.
En Ruidosa, Marianh cantó con emoción y oficio. La respuesta del público le dio la calma para mirar hacia adelante y ordenar su plan creativo. Porque esta crónica no se trata solo del brillo de una jornada, sino del trayecto que la llevó a ese punto: ensayos, pequeñas presentaciones, videos caseros, horas de escucha atenta y un deseo persistente de aprender de quienes admira, especialmente de Mon Laferte.
El momento soñado ocurrió tras bambalinas. Mon Laferte y Marianh Torrijo coincidieron en un cruce breve, luminoso y real, registrado en una fotografía que ya forma parte de su memoria artística. Hubo gratitud y un consejo simple que se volvió brújula: componer con honestidad, grabar sin apuro y cuidar la identidad. A veces, un encuentro alcanza para ordenar el mapa.
De regreso a casa, Marianh transformó la emoción en agenda. Escribe ideas que miran su territorio y su experiencia, prueba melodías claras y prepara un set conciso para volver a los escenarios con seguridad. Entendió que el talento abre; la disciplina sostiene. También que inspiración y práctica no se oponen: se acompañan.
Ruidosa queda como el marco de un comienzo nítido. Mon Laferte y Marianh Torrijo ya comparten una misma ruta simbólica: cantar con verdad. Lo que viene es trabajo, paciencia y canciones que cuenten quién es y de dónde viene. Paso a paso, esa voz que partió en el desierto se convierte en proyecto.