La muerte de Carrie Fisher impedirá que la última trilogía de Star Wars se complete con la princesa Leia en pantalla.
La actriz dejó filmadas todas sus escenas para el episodio VIII, que será estrenado en diciembre de este año, pero no estará para la película con la que finalizará la saga.
La repentina muerte de la estadounidense de 60 años, podría hacer que Disney se embolse una cifra estratosférica. En 2012 la compañía compró Lucasfilm, para realizar la tercera y última trilogía de la Guerra de las Galaxias, para lo cual firmó una póliza que la protege en caso de que la actriz no grabara el fin de la saga, publica La Vanguardia.
Esto le permite a la gigantesca productora cobrar un importante seguro por la muerte de la actriz. El pago que se llevaría Disney es de 50 millones de dólares, que según publica la revista especializada The Insurance Insider será el más grande de la historia del cine.
A pesar de la gran suma de dinero, la muerte de Fisher coloca en una encrucijada a la compañía cinematográfica, que tendrá que decidir qué hacer para tener a la princesa Leia en el último filme de Star Wars. La primera de ellas es buscar una sustituta que encarne a la general Leia Organa, que seguro no gustaría a los fanáticos.
La otra opción sería recrear digitalmente la apariencia de la actriz en cada una de las escenas en las que aparezca en el filme. Como se hizo con Peter Chushing, muerto en 1994, en Rogue One, cuyo personaje de Grand Moff Tarkin fue incluido mediante esta técnica.
