Sheryl Crow es la demostración de que las cosas toman su tiempo. Fue profesora de música, hizo jingles, fue corista de Michael Jackson e invitada de otras estrellas, antes de empezar una carrera solista. El primer álbum fue rechazado y archivado por su sello. El debut oficial llegó a los 31 años: en el mundo del pop, a esa edad muchos se rindieron o retiraron. Más encima, recién con el tercer single logró fama mundial: “All I Wanna Do” tiene la gracia de una mujer que quiere pasarlo bien después de tanto trajín. Sin tanto escándalo, sin la desesperación, digamos, de Cyndi Lauper en los 80. La madurez tiene su belleza, la calma ofrece recompensas.

