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"Por paliza", apuntes sobre Arcade Fire en Chile por Nico Castro

El review de Nico Castro del emocionante show de Arcade Fire en Chile.

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Que ya no son lo mismo de antes; que en Estados Unidos han tenido que cerrar plateas para que no se note que han bajado las ventas de sus conciertos, que Everything Now es el peor disco de su carrera. Y así es como este año parece haberse pinchado parte del globo entre Arcade Fire, la crítica y un público que mayoritariamente los alzó como la banda más importante de su generación. O al menos la gran esperanza para convertirse en el relevo de los pesos pesados nacidos desde el 2000 hacia atrás, categoría en la que muchos de sus competidores parecieron retirarse antes, desinteresados.
Los canadienses acusaron el golpe. Y este año su campaña con el disco ha sido enfrentada principalmente con el afán de responder. A la crítica, especialmente, pero también al modo en el que parece disfrutarse todo hoy en la época hiperconectada. Por eso no puedo dejar de pensar en la disposición inicial del escenario, cercado por un ring de box, como una extensión de esa metáfora.
Si la carrera de Arcade Fire fuese una pelea, este año habría sido el primer momento de recibir golpes en serio, después de partir ganando por paliza. Pero, como todo peleador que conoce sus fortalezas, después del repliegue viene el contraataque en serio. Arcade Fire sabe que el estudio es un laboratorio en el que se han ganado todo el derecho a experimentar, probar fórmulas nuevas y salir con resultados que dejen ceños fruncidos, pero que la verdad se ve sobre el escenario. O que los gallitos se ven en el ring, en este caso.
Los paralelos con U2, banda de estadios por definición con la que suelen ser comparados, no son pocos: los irlandeses sí que saben de tener pasos en falso -cada vez el último tiempo- y de recibir golpes. Y sus discos han perdido adeptos sistemáticamente, pero ponlos arriba de un escenario a defender una primera etapa discográfica brillante y siente como se te paran los pelos.
Todo cobra sentido como cuando el circo de los canadienses se monta de ciudad en ciudad. Incluso, defendido con ese apabullante show en directo, las canciones menos queridas de Everything Now ganan fuerza -incluso hasta "Peter Pan"- y las buenas -"Put Your Money on Me", "We Don't Deserve Love" y la titular- parecen clásicos de toda la vida. Ni hablar de las que ya se han instalado hace rato entre los himnos de una generación que vibra con canciones que envejecen con uno y recuerdan años no tan lejanos de más sueños y menos responsabilidades.
El único rival de aquí en adelante para los canadienses serán ellos mismos. Mantener la relevancia y no caer en los clichés, o en convertirse en una mala copia de sí mismos, es al final la gran pelea que dan las bandas con el plan de mantenerse en esto por mucho tiempo. Aunque la perdieran, al menos saben que arriba del escenario no hay rivales de peso. Eso al menos parece bastar para verlos sin dudar cada vez que que se tenga oportunidad. Y no sé ustedes, pero si el 2040 hay una gira de 30 años del The Suburbs, yo no me la pierdo por nada.


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